Comentario
La expansión europea en las nuevas tierras descubiertas se materializó en construcciones y formas de asentamiento propias de una tierra de frontera. La noción de frontera es lo, que mejor puede explicar los porqués de esas formas. Muchas de ellas habían sido experimentadas en la Península Ibérica, desde la edificación a casamuro, a las torres con un recinto cerrado que sirvieron para las guarniciones o presidios, o a los mismos conventos fortificados, pero la magnitud de la empresa americana confirió a esas formas unas peculiaridades que acabaron siendo propias.Fueron las modernas formas abaluartadas, experimentadas por los ingenieros al servicio de la monarquía española en Europa, las que se aplicaron a la defensa de los puertos americanos, primera frontera que guardar en el proceso de colonización y explotación de las nuevas tierras descubiertas. Los presidios -el significado de la palabra es el de guarnición, es decir, que no implica necesariamente una fortificación aunque a veces se haya podido emplear indistintamente- de frontera, establecidos fundamentalmente para salvaguardar la producción minera, acabaron convirtiéndose en ciudades al correr del tiempo. Ambos, presidios y fortalezas, llegaron a ser considerados en el XVI en la Península casi sinónimos de frontera, pues, como se decía, presidiar era hacer frontera frente al enemigo. La misma dinámica se dio en las Indias, aunque fuera la capacidad ofensiva de los posibles enemigos la que condicionó la mayor o menor envergadura de las defensas.En el caso de los conventos, no sólo se concibieron en un principio como una fortaleza autosuficiente, sino que determinadas construcciones pensadas para la evangelización, como las capillas abiertas, se dieron también en los pueblos de indios de Nueva Granada, siguiendo el modelo de Nueva España y configurando así una de las tipologías que, con muchos precedentes peninsulares tal como ha estudiado Bonet, se dieron en América asociadas a la idea de la frontera religiosa. También es cierto que habría que diferenciar el funcionamiento de cada orden religiosa en el territorio, pues no fue lo mismo para los franciscanos -llegados a Nueva España en 1524- que para los dominicos -1526- o los agustinos -1533- ni mucho menos para los jesuitas, llegados con posterioridad y que concebían su misión dentro de unas coordenadas claramente contrarreformistas.Por lo que se refiere a la fundación de ciudades, éstas supusieron el avance de una frontera, que fue también la frontera con lo prehispánico. Como hace tiempo escribieran Chueca y Torres Balbás, el modelo fue "el plano de ciudad militar adoptado en la Edad Media en todo el occidente europeo". Los precedentes van desde las ciudades fundadas en el reino de Valencia por Jaime I y sus sucesores o la repoblación de Mallorca hacia 1300, hasta las bastidas francesas o algunas ciudades italianas.Tal como veremos, es el mismo modelo que la monarquía española utilizó para nuevas poblaciones en el siglo XVI tanto en sus territorios europeos como americanos, con la diferencia de que en América el espacio de la ciudad fue el botín de guerra de una tierra de frontera.